miércoles, 6 de septiembre de 2017

AL OTRO LADO DE PANTALLA


La selección peruana se jugaba una de las cuatro finales en estas eliminatorias para Rusia 2018. Su similar, Bolivia. El equipo altiplano venía con bajas para este partido, ya sabiendo el caso Nelson Cabrera, y el TAS que nos daba ese aliento que lo habíamos perdido la tarde del primero de setiembre del año pasado. Ese aliento que lo habíamos perdido en los partidos que se quedaron con el sabor amargo, sabiendo de que algo más hubiéramos podido sacar. Pero la historia no debería de ser así, tendría que cambiar para la noche del jueves.

Los nervios se apoderaban de todos aquellos que aún tenían fe en está selección. Miles de corazones se paralizaron cuando el arbitro Andrés Cuña daba por iniciado el partido. La primera final estaba en marcha. La vuelta de Farfán, la lesión de Gallese, la ausencia de Guerrero y de Yotún, era lo que más se hablaba en los primeros minutos del partido, mientras tanto Perú daba esa sensación de que las cosas iban a balancearse para nosotros. Así fue. Pero fuimos al descanso sin poder abrir el marcador.

Carlos Meza, el jugador de la sub 15 de Sporting Cristal que un día antes había jugado la final del Torneo Centenario, siendo el jugador del partido, daba su opinión. Creía que la selección estaba algo confiada, que excedía de las individualidades, y de los pases largos. Para él, siendo Gareca, haría algunos cambios que le den ese toque de balón que lo habíamos tenido en los partidos contra Argentina y Uruguay. Esa era la alternativa de juego para abrir el marcador.

Los últimos 45 minutos se había puesto en marcha, otra vez miles de corazones se paralizaban. Otra vez las individualidades se apoderaban de la selección. Ese fue el método que, abrió el marcador, gracias a una jugada de Carrillo, que terminó en gol de Edison Flores. Carlos, se volvía loco. Estaba feliz porque ya habíamos abierto el marcador. No basto mucho para que aparezca Cueva y nos regale otro gol, ahora si, las cosas deberían de haberse puesto más fáciles para Perú, pero durante el desarrollo de ello, no fue así. Un error de Cáceda en salida, terminaría en gol para Bolivia. Carlos Meza no lo podía creer, Habían descontado. No debió de pasar eso. Con la mirada puesta en el reloj, con el corazón casi ya por salir por la última jugada que, sinceramente todos lo vimos adentro. Así se terminaba el partido. Victoria peruana, lo festejaba Carlos, los hinchas que estaban en el estadio, los que lo vieron de la TV, los que buscaron alguna radio para poder escucharlo. La primera final de cuatro, se quedaba con nostros.

Carlo Meza, promesa del club Sporting Cristal, era el más feliz. Como muchos no había perdido la fe. Su sueño, como todo peruano que haya jugada fútbol es, en algún momento poder vestir la blanquiroja. El sacrificio que hace todos los días, ese esfuerzo por dar todo y mostrar su talento, va hacer que en algún momento el pueda sentir esa dicha de cantar el himno Nacional a estadio lleno, de poder defender la roja y blanca, de seguir dándonos alegrías. El cree, el no va dejar de luchar hasta llegar a ese objetivo. Hoy, Carlos Meza a sus corto 14 años, sueña como los grandes, sueña como lo soñó su ídolo en algún momento, Paolo Guerrero.





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